14.1.08

Las sombras delatan la realidad más explícita de las cosas. Una sombra es un lugar certero

Ciento veinte minutos para pensar en el minuto ciento veintiuno - A este lado de la ventana, dentro de la cápsula, por encima del camino sin rozarlo-

Fuera del paréntesis sobre la superficie de la tierra las sombras se descoyuntan duras y explícitas queriendo-ser, proclamándose maestras de un mundo matemático perfecto, perfectamente ignorado.

Menos minutos para pensar, más coches, más personas, más luz, más sombras; el mundo físico se bicefaliza, una para ser y otra para querer-ser, para soñar, para intentar llegar-a sin llegar, sin separarse del todo.
El cuerpo y la sombra, los dos juntos, tan juntos que a veces es difícil saber cuál es más cierto, ¿vivo en el soy y duermo en el quiero ser, o vivo en el sueño y duermo consciente de lo que alcancé soñando?

La luz es muy dura a esta hora de la mañana, corta las sombras como una navaja gitana las carnes traidoras, es normal así que los sueños quieran coronarse visibles y poseedores de un poco más de camino a cada minuto, porque al cabo y al fin las sombras sombras son y al igual que los sueños, quedan muy por encima de nuestro ánimo, y nos explican al mundo depositando la silueta de nuestra esencia donde la luz no llega.

No puedo concluir porque esta mañana es demasiado hermosa para entender mejor a las luces que a las sombras o viceversa.



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