Un gitano nuevo con su guitarra vieja en brazos, las luces, sus luces made in Chicago, y mi cuello entre miles de bombillas a orillas de Barcelona.
Esperando a Víctor en el parque, apostada en su trayecto, apuesto que vendrá su ausencia y nadie más. Sobre el eje de mi boca seis árboles enormes como torres se expanden y contraen con la marea del viento púrpura del ocaso, se van haciendo negros en la noche y me sale frío en el pelaje blanco del invierno.
Una estrella, dos estrella, la luna y un avión lleno de gente.
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