25.3.08

Nuestro alma es el recuerdo que guardamos de la vida después de recorrer con nuestros ojos kilómetros y kilómetros de película.

No se a cuento de qué me paré a pensarlo, pero recuerdo que iba caminando y me paré para pensarlo.

Es posible que la mayor parte de nuestros valores morales, ideales de vida, cánones estéticos, y demás ingredientes humanizantes, estén establecidos en cada uno de nosotros y en todos al mismo tiempo –como mínimo aquí en nuestro occidente- a base de horas y días y años de cine espectacular mamado desde cachorros en paralelo a nuestra vida real.

Cine es un personaje relevante en nuestra historia, ciertamente más de lo que creemos. Cuántas veces nos hemos visto casi-directamente envueltos, emocionados, asustados, cuestionados, mientras vivíamos sin darnos cuenta bajo las pieles de uno de los personajes de la peli de turno, en plena II Guerra Mundial, o en tu primera cita en el baile de graduación de un instituto de Ohio, o investigando el rastro del asesino en serie que tiene aterrorizada a toda la ciudad, y así una infinidad de grandes y minúsculos detalles que se han repetido, aun con pequeñas variaciones contextuales, de película en película de forma que los hemos asimilado, clasificado y canonizado en nuestra memoria sin darnos apenas cuenta...

Pero dónde va a parar toda esa información? Conscientemente sabemos que es ficción, que hay un equipo enorme de personas jugando a inventar la realidad, reproducirla y ofrecérnosla con todo lujo de detalles. Pero no es cierto que aprendemos una parte como real? Porque son historias sobre seres humanos hechas por seres humanos, en el fondo los personajes no hacen nada que nosotros no podamos imaginar que hacemos; es evidente que nos resulta fácil identificarnos con los personajes y empatizar con ellos en las situaciones que recrean para nosotros –tal vez sea esa la máxima del cine-, nos guste o no la película, hemos mirado por un hueco en la pared la vida de otros como nosotros y nos hemos emocionado en su lugar, y estando preparados para aprender de las situaciones que experimentamos a lo largo de nuestra vida, también aprendemos inconscientemente de las situaciones que experimentamos a través del cine como si realmente las hubiéramos vivido, ya que emocionalmente lo hemos hecho de verdad, bajo la identidad de de todos esos personaje que despertaron nuestra sensibilidad.

No se si todo esto lleva a alguna parte, pero a mi me parece divertido pensar que, desde la aparición del cine y la muerte de Dios, nuestra fuente de referentes y educación social –que antes pertenecía en exclusiva a la religión- a pasado a corresponder a nosotros mismos con nuestras propias historias a cerca de nosotros mismos... Metanosotrosmismos?

3 comentarios:

Albert Alcoz dijo...

Hola Julia,

Esta última imagen de Éric Rondepierre me suena mucho...

Pues con el vinagre puedes hacer lo que quieras. Está claro que se va cominedo la emulsión de cualquier celuloide, pero también existe la posibilidad de hacerle un lavado después de estar unos días en remojo (para intentar frenar el deterioro de la imagen) o de hacer un telecine y congelar para siempre esas imágenes en soporte digital...

un saludo

Julia dijo...

Pues lo decia precisamente a cuento de esta imagen de Eric... Es alucinante lo hermoso que puede llegar a ser el error/agresión en la emulsión del celuloide. Y desconocía la tecnica del vinagre, lo cual abre las puertas de producir "errores" intencionados en una pelicula...
Me flipa el resultado.

paupistrello dijo...

Yo quiero ser Gilda! Que vinagre me puede ayudar?